Como me pasa generalmente con Wes Anderson, disfruté mucho esta película. A sus siempre simétricos y cuidados planos y a su troupe de actores, suma esta vez otro grupete de actores espectacular, una historia que genera añoranza de otros tiempos, que a su vez contiene varias historias, hilvanadas por la vida y la muerte del editor y por los redactores de la revista dominical escrita en un pubelito inventado de Francia para lectores de Kansas, un hermoso disparate.
Me gustó mucho cómo ese cascarón que es la revista The French dispatch le permite articular las diferentes historias que quiere contar -todas muy representativas delos años 60 en que transcurre la película- o al revés: cómo inventó unas historias que le permitieran mostrar la vida de una revista a través de imágenes en movimiento, una voz en off y unos diálogos que por momentos son muy graciosos.
El episodio de Moses Rosenthaler me pareció increíble por lo bien que refleja cierto mundillo del arte, el personaje de Adrien Brody pinta de cuerpo entero a los dealers de arte.
Y el de Lucinda Krementz y Zeffirelli me encantó, me pareció muy divertida esa confrontación entre la madurez y el pragmatismo de ella y la juventud y el idealismo de él, el espíritu americano y el francés, sin duda dos grandes actores.
Hay algo en las películas de Wes Anderson, en los personajes que crea, en cómo se ven los actores en ellas, esta cosa de troupe, que me resulta muy entrañable, es un cine muy lúdico y muy respetuoso de las criaturas que crea y también del espectador, siempre me deja una sensación de bienestar, es como una caricia.
Como me pasa generalmente con Wes Anderson, disfruté mucho esta película. A sus siempre simétricos y cuidados planos y a su troupe de actores, suma esta vez otro grupete de actores espectacular, una historia que genera añoranza de otros tiempos, que a su vez contiene varias historias, hilvanadas por la vida y la muerte del editor y por los redactores de la revista dominical escrita en un pubelito inventado de Francia para lectores de Kansas, un hermoso disparate.
ReplyDeleteMe gustó mucho cómo ese cascarón que es la revista The French dispatch le permite articular las diferentes historias que quiere contar -todas muy representativas delos años 60 en que transcurre la película- o al revés: cómo inventó unas historias que le permitieran mostrar la vida de una revista a través de imágenes en movimiento, una voz en off y unos diálogos que por momentos son muy graciosos.
El episodio de Moses Rosenthaler me pareció increíble por lo bien que refleja cierto mundillo del arte, el personaje de Adrien Brody pinta de cuerpo entero a los dealers de arte.
Y el de Lucinda Krementz y Zeffirelli me encantó, me pareció muy divertida esa confrontación entre la madurez y el pragmatismo de ella y la juventud y el idealismo de él, el espíritu americano y el francés, sin duda dos grandes actores.
Hay algo en las películas de Wes Anderson, en los personajes que crea, en cómo se ven los actores en ellas, esta cosa de troupe, que me resulta muy entrañable, es un cine muy lúdico y muy respetuoso de las criaturas que crea y también del espectador, siempre me deja una sensación de bienestar, es como una caricia.