Fin de año, Mundial, fiestas, todo es demasiado y descuidamos nuestro pequeño cine-club. Así que, para reencausarnos, recurrimos, como en otras ocasiones, a programar, cada uno, alguna película sólo porque se nos antoja.
Esta semana vemos Érase una vez en Anatolia, elegida por Marian.
Siento que tengo que volver a verla (y eso que ya la había visto en su estreno) porque creo que se me deben haber escapado muchos detalles. Se dicen cosas a las que tal vez no se les da trascendencia y luego son retomadas; o entendemos tarde que conversaciones casuales están unidas por un sentido sutil. También me pasó que como, sobre todo la primera mitad, es visualmente tan hermosa me distrajo un poco de los diálogos, que son fundamentales.
ReplyDeleteAlgunos temas que logro ver entre tanta complejidad:
- la diferencia de visiones sobre los distintos temas que se van tratando: la hija del dueño provoca comentarios de admiración de algunos e irónicos de otros; el procurador tiene una explicación de la historia que cuenta, el doctor tiene otra; las distintas interpretaciones sobre el asesino de los tres funcionarios.
- la realidad que se nos muestra tan dificil de captar: el padre que no es, el asesinato que no fue tal cual se creía, la muerte súbita inexplicable hasta cierto momento, el asesino que quizás no sea, la causa de muerte que conocerá el mundo distinta a la real. A pesar de las diversidad de visiones y opiniones la verdad existe pero escondida y a veces, tal vez, imposible de conocer.
Dije al priniciio que los diálogos se retoman, pero no sólo eso: aveces pasa también con las imágenes. Por ejemplo, lo último que vemos del muerto es que se acerca a darle de comer a su perro, y el perro después reaparece donde está enterrado el hombre. Así nos damos cuenta antes que la comitiva, que después de esa larga noche de recorridas se llegó finalmente al lugar buscado.
Coincido Malala en que tendría que verla nuevamente para atar algunos cabos. Sin embargo creo que la película no intenta ser una historia redonda donde todo cierra, por el contrario, me parece que juega decididamente contra el género -aunque toda la historia transcurra en una noche y un día de procedimiento policial para esclarecer un crimen- y contra el cine narrativo clásico. Lo bueno es que no se trata de una de esas películas experimentales que -a mí al menos- me resultan tan difíciles de ver.
ReplyDeleteLa belleza está presente en cada imagen gracias a la iluminación, a los colores, a las formas, como en una pintura. Es muy llamativo cómo empalma la materialidad/verdad de cada imagen, con escaso o nulo lugar para interpretaciones o dudas en cuanto a lo que es mostrado, y los diálogos frente a los cuales, al final de la película, terminamos pensando que hasta la charla más trivial podría estar aludiendo o significando algo trascendente que se nos perdió o se nos escamoteó.
El médico con su acto final completa y relanza el enigma: aunque a lo largo de toda la película se muestra como el que a través de la vara de la ciencia podría dar cuenta de la verdad, será quien más claramente la oculte sin que podamos tejer una mínima hipótesis de por qué lo hace.
La verdad se escurre.
Me gustó mucho la peli, pero reconozco que el principio se me hizo largo. Por ahí sirve para templar el ambiente (?).
ReplyDeleteLa escena en ese interior, en la que la hija del dueño de la casa entra en la habitación, iluminada por velas o faroles e iluminando el rostro de todos y cada uno, trayendo las bebidas, fue la que cambió toda mi visión de la peli. Bien bisagra desde lo que hace a mi percepción y mi interés.
Después, todo fue más interesante: los personajes y las historias.
Un antes y un después.
El resto, ustedes lo detallan y desmenuzan perfecto.
El médico, para mí, es la llave de todo. Y se nota después de la escena que mencioné. Su importancia no para de crecer y al mismo tiempo une todo lo demás.
El final es intenso, y en ese momento, se pone en juego todo: los conceptos de verdad, moral, bondad, comprensión, humanidad y de quién sabe cuántas cosas más.