Como suele ocurrirme con otras películas de Dreyer, Vedrens Dag me encantó. Me gustan la serenidad y la austeridad con que filma. Un detalle formal que me fascinó fue la manera de iluminar los rostros, especialmente el de Anne creo, siempre se reflejan sombras, como si las sombras provocadas por el resplandor del fuego donde finalmente va a arder, se reflejaran en su rostro. Debería revisar si esto ocurre desde el inicio y si todos los personajes están filmados bajo esa misma luz. Me gustó el arco dramático de los personajes, cómo sus acciones los van afectando y cómo reflexionan sobre ellas (especialmente padre e hijo), y en el caso de Anne, las transformaciones que va sufriendo con el correr de la película y cómo su conducta y su discurso se vuelven cada vez más ambiguos. La austeridad y la severidad de los decorados y de las ropas me hizo pensar en la pintura holandesa del SXVII, en la cual los burgueses adinerados llevan ropas negras y cuellos blancos y cofias blancas las mujeres, muy propio de las religiones protestantes menos afectas a los lujos y la ostentación que la católica (especialmente las escenas del tribunal que juzga a Marta me recordaron los retratos de grupo). Y eso también me hizo pensar en Bergman (ambos directores muy influidos por la severidad de sus padres luteranos), porque su cine -especialmente el de los 60, como las películas que estuvimos viendo hace un par de meses- también es austero, severo, en blanco y negro y siempre girando en torno a cuestiones filosóficas, a personajes torturados y en muchas de ellas, la religión o la presencia o ausencia de Dios de alguna manera está presente.
Como suele ocurrirme con otras películas de Dreyer, Vedrens Dag me encantó. Me gustan la serenidad y la austeridad con que filma.
ReplyDeleteUn detalle formal que me fascinó fue la manera de iluminar los rostros, especialmente el de Anne creo, siempre se reflejan sombras, como si las sombras provocadas por el resplandor del fuego donde finalmente va a arder, se reflejaran en su rostro. Debería revisar si esto ocurre desde el inicio y si todos los personajes están filmados bajo esa misma luz.
Me gustó el arco dramático de los personajes, cómo sus acciones los van afectando y cómo reflexionan sobre ellas (especialmente padre e hijo), y en el caso de Anne, las transformaciones que va sufriendo con el correr de la película y cómo su conducta y su discurso se vuelven cada vez más ambiguos.
La austeridad y la severidad de los decorados y de las ropas me hizo pensar en la pintura holandesa del SXVII, en la cual los burgueses adinerados llevan ropas negras y cuellos blancos y cofias blancas las mujeres, muy propio de las religiones protestantes menos afectas a los lujos y la ostentación que la católica (especialmente las escenas del tribunal que juzga a Marta me recordaron los retratos de grupo). Y eso también me hizo pensar en Bergman (ambos directores muy influidos por la severidad de sus padres luteranos), porque su cine -especialmente el de los 60, como las películas que estuvimos viendo hace un par de meses- también es austero, severo, en blanco y negro y siempre girando en torno a cuestiones filosóficas, a personajes torturados y en muchas de ellas, la religión o la presencia o ausencia de Dios de alguna manera está presente.